Las alpacas, cuyo nombre en la clasificación natural es Lama Pacos, entraron en la vida de los humanos hace unos 5.000 años, cuando las civilizaciones andinas comenzaron a domesticarlas. Y en la actualidad sustentan una industria de alcance mundial.
Quien se interne en la Red de redes conocida como Internet en busca de información sobre este animal identificado con las alturas de la cordillera de Los Andes se llevará una sorpresa: hay mucha información, la mayor parte producida por granjas donde las crían en lugares como Estados Unidos, Canadá, Australia o España.
Este fenómeno fue detonado por el descubrimiento comercial de la alta calidad de la fibra o lana de alpaca, un hecho que era conocido desde tiempos remotos por los pueblos indígenas de Perú, Bolivia y Chile, que es donde se concentra más de 90 por ciento de la población de esta especie, estimada en más de tres millones de ejemplares.
Aunque a mediados del siglo XIX la alpaca ya era conocida por algunos textileros europeos, gran parte del 'boom' que se vive en la actualidad comenzó en los años 80', cuando comenzaron a proliferar las granjas comerciales en Estados Unidos.
Los sitios de Internet dedicados a este negocio, como Alpaca.com, ofrecen todo tipo de información sobre esta especie sudamericana y sobre los riesgos de invertir en su cría para obtener la preciada lana. Y también es posible encontrar en la Red oferta de productos e incluso de animales. Incluso hay subastas en línea. Los valores más altos pasan los 20.000 dólares.
Las alpacas son pequeños camélidos, palabra que delata su parentesco con los camellos existentes en otras regiones del mundo. En Sudamérica es una familia formada también por llamas, vicuñas y guanacos.
En las zonas altas de la cordillera de Los Andes una gran cantidad de población indígena vive del pastoreo de estos animales. Entre ellos la alpaca tiene una importancia especial, porque es domesticable y tiene una alta producción de lana.
La existencia de alpacas 'extraandinas' o criadas fuera de su lugar de origen plantea un futuro incierto para esos pastores. Según algunos pronósticos hacia el 2030 podrían superar en número a aquellas de la zona andina, copando así los mercados que demandan ese tipo de fibra.
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